domingo, 29 de junio de 2014

Un día me volví invisible






No sé que día es hoy, en esta casa no hay calendarios y en mi memoria los hechos, están todos confusos. Me acuerdo de aquellos grandes almanaques, ilustrados con las imágenes de los santos que colgábamos al lado del tocador. Ya no hay nada de eso, todas las cosas han ido desapareciendo, y yo también me voy borrando sin que nadie se dé cuenta.

Primero, como la familia aumentó de número, me cambiaron de cuarto; después me pasaron a otra habitación más pequeña que compartía con una de mis bisnietas y ahora ocupo el cuarto de los trastos, el que está en el patio de atrás, ese cuarto al que van a parar todas aquellas cosas que ya no se usan. Dijeron que cambiarían el vidrio roto de la ventana, pero se les olvidó y todas las noches por allí se cuela un airecito helado que no le va nada bien a mis dolores reumáticos.

Desde hace tiempo tengo intenciones de escribir, pero me ha sido imposible; me he pasado semanas buscando un lápiz y cuando al fin lo encontré, lo dejé en algún lugar seguro para poder encontrarlo fácilmente, pero me he olvidado dónde lo puse y es que a mis años las cosas se pierden con demasiada facilidad.

La otra tarde me di cuenta que mi voz también había desaparecido; lo supe porque cuando le hablo a mis nietos o a mis hijos no me contestan, todos hablan sin mirarme, como si yo no estuviera con ellos escuchando lo que dicen. A veces he intervenido en la conversación, segura de que lo que voy a decir no se le ha ocurrido a ninguno y les va a servir de mucho mi consejo. Pero no me oyen, no me miran, ni me responden...
¿Qué puedo hacer en estas situaciones? No lo sé, yo con una gran tristeza, me retiro a mi cuarto y allí termino de tomar mi taza de café, o lo que estaba haciendo.
Lo hago así para que comprendan que estoy enojada, para que se den cuenta que me han ofendido, y vengan a buscarme y me pidan perdón...pero de momento no ha venido nadie.

El otro día les dije que cuando me muera entonces sí me iban a extrañar, y el nieto más pequeño me preguntó:¿Abuela, tú todavía estás viva? Les causó tanta gracia que no paraban de reír. Pero yo estuve tres días llorando en mi cuarto, hasta que una mañana entró uno de los muchachos a sacar unas llantas viejas para la bicicleta y ni los buenos días me dio. Fue entonces cuando me convencí de que soy una persona invisible. Me sitúo en medio de la sala para ver si molestando me ven o me dicen algo, pero mi hija me mira y sigue barriendo sin tocarme y mis nietos pasan corriendo de un lado a otro sin tropezar conmigo. Cuando mi yerno se enfermó, tuve la oportunidad de serle útil, le llevé un té especial, que yo misma preparé, se lo puse en la mesita y me senté a esperar que se lo tomara. El estaba mirando la televisión y ni con un simple parpadeo me dejó entender que se daba cuenta de mi presencia. El té se fue enfriando poco a poco...mi corazón también.

Un viernes se alborotaron los niños y me vinieron a decir que al día siguiente nos iríamos todos al campo, me puse muy contenta, hacía tanto tiempo que no salía, y menos al campo.
El sábado fui la primera en levantarme, quise arreglar las cosas con calma, los viejos tardamos mucho en hacer cualquier cosa, así que me tomé mi tiempo para estar lista a la hora de la salida. Ellos entraban y salían de la casa corriendo, colocando bolsas y juguetes en el auto.
Yo ya estaba lista hacía rato y muy feliz me puse a un lado esperando que terminaran los preparativos del viaje. Cuando arrancaron y el auto desapareció envuelto en risas y cantos, comprendí que yo no estaba invitada; tal vez porque no cabía en el auto o porque mis pasos tan lentos impedirían que todos los demás corretearan a su gusto por el bosque.
Sentí como mi corazón se encogía, la barbilla me temblaba como cuando uno ya no aguanta más las ganas de llorar. Vino con mi familia y cada día me hago más vieja; pero curiosamente, parece que ya no cumplo años, porque nadie me felicita, ni lo celebramos, todos están tan ocupados...Yo los entiendo, ellos sí hacen cosas importantes: ríen, gritan, sueñan, lloran, se abrazan y se besan.

Ya no sé a qué saben los besos. Antes besuqueaba a los chiquitos, era un gusto enorme el que me daba tenerlos entre mis brazos como si fueran míos, sentía su suave y tierna piel y su cálida respiración muy cerca de mí, sus vidas tan nuevecitas se me metían en el corazón como un soplo de brisa fresca y hasta me daba por cantar canciones de cuna que nunca creí recordar...Pero un día mi nieta Laura que acababa de tener un bebé, me dijo que no era bueno que los ancianos besaran a los niños por cuestión de salud; entonces ya no me acerqué más a los niños, por temor a que les pasara algo a causa de mis imprudencias. Tengo miedo de contagiarles algo terrible.
A pesar de todo yo los bendigo y los perdono, porque ¿Qué culpa tienen ellos de que yo me haya vuelto tan poco útil?

Este relato es crudo, pero real. Muchos de nosotros no toleramos la actitud de los ancianos, aunque ellos tuvieron toda la paciencia del mundo, para criarnos, educarnos y ayudarnos a ser lo que somos. Ellos pusieron toda la atención a nuestras primeras palabras, eran incomprensibles, ni sabíamos lo que decíamos...y hoy no los escuchamos porque dicen tonterías.

Recordemos que la vida es como un eco que te devolverá lo que tú le ofreces.
Amar, cuidar, respetar a los ancianos y no hacerlos sentir invisibles, no solo es un acto de amor, es un acto de justicia.

"Si permites que tus hijos traten a sus abuelos como en esta historia, ya sabes cómo te tratarán cuando tu seas mayor"

Seleccionado

El Manzanero




Hace mucho tiempo existía un enorme manzano. En el pueblo había un niño que todos los días jugaba alrededor de él. Trepaba por el árbol y jugaba con sus ramas. Árbol y niño, hicieron una gran amistad.

Pasó el tiempo y el pequeño niño creció y se fue a estudiar a la ciudad, así que no volvió a jugar con el enorme árbol.

Al cabo de unos años el muchacho regresó y fue a ver al manzano. Al acercarse al árbol oyó que este le decía con una voz muy triste:
-¿Vienes a jugar conmigo?
-Ya no soy el niño de antes que jugaba contigo. Contestó el joven.
Necesito dinero para comprar una bicicleta.
-Lo siento, dijo el árbol, no tengo dinero...Te sugiero que tomes todas mis manzanas y las vendas.
De esta manera tú obtendrás el dinero para tu bicicleta.

El muchacho se sintió muy feliz, tomó todas las manzanas, las vendió y obtuvo el dinero que necesitaba.
El árbol volvió a ser feliz de poder ayudarle.

Pasó el tiempo y el muchacho ya no visitaba al árbol, hasta que años después ya hecho un hombre regresó. El árbol se puso muy feliz, al verle y le preguntó:
-¿Vienes a jugar conmigo?
-No, no tengo tiempo para jugar. Debo trabajar para mi familia. Necesito una casa para compartir con mi esposa e hijos.
-¿Puedes ayudarme?...
-Lo siento, yo no tengo una casa, pero, tú puedes cortar mis ramas y construirla.

El joven cortó todas las ramas del árbol para construir su casa y esto hizo muy feliz nuevamente al manzano, pero pasó el tiempo y el joven no regresaba.

Un día, el hombre regresó a visitarle. El árbol estaba encantado de verle.
-¿Vuelves para jugar conmigo? le preguntó el árbol.
-No, claro que no, ya estoy viejo y me siento cansado, contestó el hombre. Quiero un bote para navegar y descansar. ¿Puedes darme uno?

-Usa mi tronco, es todo lo que me queda para que puedas construir uno y así puedas navegar y ser feliz, contestó el árbol. El hombre cortó el tronco y construyó su bote; luego se fue a navegar por un largo tiempo.

Finalmente regresó después de varios años y el árbol le dijo:
-Si vienes a jugar ya ni siquiera soy un árbol, solo me quedan las raíces.
-No, no vengo a jugar, estoy aquí para pasar mis últimos años, descansando y conversando contigo, en definitiva siempre fuiste mi mejor amigo.

El hombre y lo que quedó del árbol, fueron felices por siempre.

Esta fábula ilustra la relación entre padres e hijos.
Cuando somos niños, les amamos y les buscamos para jugar todo el tiempo.
En la adolescencia estamos más tiempo con nuestras amistades y ya no jugamos ni pasamos tiempo con ellos. Con los años, regresamos no porque los extrañamos, sino porque necesitamos dinero o estamos en problemas. Sabemos que no importa la situación, ellos siempre estarán ahí para darnos todo lo que nos puedan dar, para darse, vaciarse y para hacernos felices.

"El oficio de ser padres va mucho más allá de darles a nuestros hijos todo lo material que podamos. Tenemos que estar dispuestos a darnos a ellos a través de todas las etapas que van atravesando. Pero sabes algo?, eso solo es posible si estamos bien arraigados y tenemos fruto que darles"

Seleccionado

domingo, 8 de junio de 2014

Nuestra Familia
















Construyendo puentes a largo plazo








Los puentes tienen el propósito de unir dos orillas, de acercar distancias. Si faltan, las orillas de un río quedan aisladas, sin relación.
La falta de puentes en el hogar produce aislamiento. Como también podemos decir que al contar con puentes se logra la integración, y esta siempre hará más fácil la resolución de problemas.
Cuando nuestros hijos alcanzan la adolescencia, tendrán que enfrentar un sin número de nuevos desafíos y, también, amenazas.
En este momento de la vida, será vital para ellos contar con puentes de comunicación para no terminar de quedar aislados, enfrentando solos los desafíos que la vida, sin aviso, suele presentarnos.
Indudablemente, si no hemos construido los puentes hasta ese momento, resultará imposible edificarlos en un día.
Los puentes con nuestros hijos se deben construir desde la infancia; una vez que son grandes, será imposible, en un día, establecer una vía de comunicación que nunca hemos desarrollado.
La gran pregunta es:¿Cómo están nuestros puentes?, ¿cómo está la comunicación con nuestros hijos?

Pr. Osvaldo Carnival

sábado, 17 de mayo de 2014

Amar a una sola mujer


Sociedad con Dios


Ir y hacer


Como águilas


Cuidado con el chisme


Somos eternos


El Líder


Seamos sabios


Puedo hacer algo


Un día todo se sabrá


Carácter


Líderes






Líderes


Vivir la vida


Vive tu vida


Fe en Dios


miércoles, 14 de mayo de 2014

¡Toma tu desayuno!


-El desayuno es la comida más importante del día.
-No salgas de la casa sin desayunar.
-Un buen desayuno te beneficiará todo el día.

Estas frases y otra similares son muy conocidas en nuestra cultura, aunque ya no son solo el consejo de mamá. Los doctores y los científicos han gastado millones de dólares para descubrir lo que siempre supieron las mamás.
Sin embargo, aun más importante que un desayuno natural nutritivo es un desayuno espiritual nutritivo.
Proverbios 31:15 dice de la mujer ejemplar que se levanta temprano para darle alimento espiritual a su familia.
David dijo en el salmo 63:1: "Dios mío, tú eres mi Dios. Con ansias te busco desde que amanece".
Una vez Jesús les dijo a sus discípulos: "Yo tengo un alimento que ustedes no conocen", y luego explicó: "Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y terminar su obra"(Juan 4:32,34). Jesús se refería a que andar en obediencia al Padre y hacer su voluntad lo motivaba y facultaba. La vida de Jesús fluía desde "adentro hacia fuera". Lo mismo debe ser cierto para los que procuramos seguir sus pasos.

Cuando pasamos la primera parte del día con la Palabra de Dios, orando, meditando, alabando y adorando, adquirimos una fortaleza interior y una energía que le agrega vitalidad al día completo.
Este "alimento para el alma" es un alimento de verdad del que el mundo nada sabe, que nos prepara para llevar a cabo la voluntad de Dios.
Sin importar a dónde nos pueda llevar nuestro día, tenemos una mente renovada para pensar los pensamientos de Dios, para sentir el latido de su corazón y decir y hacer lo que Jesús diría y haría.

Después de tomar tu Desayuno con Dios, estarás preparado para enfrentar lo que el día te traiga...y terminar el día con menos estrés y frustración.
Dios nos promete que si buscamos primero su reino, todas las demás cosas nos serán añadidas.(Mateo 6:33).
Cuando haces de tu relación con Dios la máxima prioridad, ¡te preparas para recibir bendiciones todo el día!

martes, 6 de mayo de 2014

Confía en Dios


¿Hay alguna razón para estar abatido?
Hay dos razones y sólo dos.
Si sentimos que no somos convertidos, hay razón para sentirse uno abatido; o si habiendo sido convertidos vivimos una vida de pecado.
Pero aparte de estas dos razones no hay motivos para abatirse, porque todo lo demás podemos ponerlo delante de Dios en la oración con súplica y acción de gracias. Y con respecto a todas nuestras necesidades, dificultades y pruebas, podemos ejercitar la fe con el poder y el amor de Dios.
"Esperanza tú estás en Dios". Recuerda esto. No hay tiempo en que no podamos confiar en Dios. Cualquiera que sean nuestras necesidades, por muy grande que sean nuestras dificultades, y aunque parezca que la ayuda es imposible, no obstante, nuestro deber es confiar en Dios; si hacemos esto, hallaremos que no lo hemos hecho en vano. En el tiempo que el Señor lo juzgue oportuno, obtendremos la ayuda.
Dios puede ayudarnos en diez mil diferentes maneras y en diez mil ocasiones distintas.
Lo que nosotros tenemos que hacer es poner nuestros asuntos delante de Dios y con simplicidad infantil derramar lo que tengamos en nuestro corazón delante de Él, diciendo:
"Yo no merezco que me oigas ni contestes mis peticiones, pero por amor de mi bendito Señor Jesús; por su causa, contesta mi oración y concédeme tu gracia para que espere pacientemente hasta que a ti te plazca contestar mi oración. Porque yo creo que tú lo harás en tu propio tiempo y manera"


Confía y Espera


¿Has orado una y otra vez y esperado por largos períodos, y aún no ves ninguna señal?
¿Estás cansado de esperar y no ver que acontezca algo?
¿Estás a punto de abandonarlo todo?
Quizás no has esperado como debías.
Esto te ha conducido fuera del verdadero lugar, el lugar donde Él puede encontrarte.
Espera con paciencia.
La paciencia destierra el cansancio.
Él dijo que vendría y su promesa es equivalente a su presencia.
La paciencia hace que desaparezca tu llanto.
¿Por qué te entristeces y desesperas?
Él sabe mejor que tú cuál es tu necesidad, y su propósito en esperar no es otro que el sacar de todo, la mayor gloria.
La paciencia termina con las obras personales.
El trabajo que Él desea, es que creas, y cuando crees, entonces puedes comprender que todo está bien.
La paciencia quita todo deseo.
Tu deseo por las cosas que quieres, quizás es mayor que tu deseo en que se cumpla la voluntad de Dios cuando llegue.
La paciencia destierra toda debilidad. En vez de tardar o dejar que pase el tiempo, sabe que Dios está preparando una provisión mayor, y que debe tenerte a ti también preparado.
La paciencia hace que desaparezca la vacilación. Los cimientos de Dios son firmes, y cuando su paciencia está dentro de ellos, permanecemos firmes mientras esperamos.
La paciencia se dedica a la adoración. Algunas veces la paciencia de alabanza "tolera el sufrimiento con gozo". Esto es lo mejor de ella.
"Más todas estas frases de paciencia tengan su obra perfecta mientra esperas y encontrarás un gran enriquecimiento"

No perdonar obstaculiza la Oración



Quien intenta orar a Dios con espíritu enojado, con un corazón sin reconciliarse y con cuentas pendientes con su prójimo, está esforzándose en vano. Porque los rencores, las amarguras y la acritud quebrantan la ley de la oración.
 Ciertamente la ley de Cristo en relación con la oración es rígida y exigente. Ella va al corazón y demanda que el amor fraternal sea entronizado allí.
El sacrificio de la oración tiene que ser sazonado y perfumado con amor; un amor que permanezca en el corazón, en la mente y en el alma.

miércoles, 30 de abril de 2014

La Fe es el enlace para las Bendiciones de Dios



La fe es el enlace que nos une a cada promesa de Dios.
Nos trae todas las bendiciones.
No me refiero a una fe muerta, sino a una viva.
Hay una gran diferencia entre las dos.
Un hombre podrá decirme que se han depositado diez mil dólares en un banco a mi nombre. Yo podría creerlo, pero ¿cómo me beneficia si no actúo y voy a sacar el dinero?
La incredulidad cierra la puerta y oculta la bendición.
Alguien ha dicho que hay tres elementos en la fe: conocimiento, asentimiento y aceptación.
Un hombre puede tener una buena cantidad de conocimiento de Cristo, pero eso no lo salva.
Nuestro conocimiento de Cristo no nos ayuda si no actuamos.
Muchos también asienten y dicen:"creo", pero eso tampoco los salva.
Conocimiento, asentimiento y luego aceptación, es ese último elemento el que salva y el que une al alma con Cristo.

D. L. Moody

Dios escucha su clamor


Si le pedimos a Dios que nos libre y nos dé victoria sobre el pecado, él no se hará de oídos sordos.
No importa cuán corrupta haya sido la vida, no importa cómo haya sido el pasado, no importa cuán desobediente se haya sido.
 Si uno quiere realmente volver a Dios, Él acepta la mente dispuesta y el corazón arrepentido.
Dios escuchará la oración y responderá.
Simplemente sea sincero y Dios responderá a su clamor.

Por supuesto, hay clamores falsos y arrepentimiento fingido.
Las madres entienden esto. Saben cuándo sus hijos lloran sinceramente o si es un llanto fingido.
Pero si el hijo da un llanto de angustia, la madre dejará todo y llegará corriendo a ayudar a su hijo.
De igual manera, nunca he oído que Dios decepcione a alguien que es sincero en cuanto a la salvación de su alma o que busca una vida más consagrada.

D. L. Moody

Dios ve el corazón

Dios ve el corazón


Nadie sabe qué hay en el corazón humano sino Cristo.
No conocemos nuestro propio corazón; ninguno de nosotros tiene alguna idea de lo malo que es.
Tenemos un corazón que se ha rebelado en contra de Dios por naturaleza y ni siquiera amamos a Dios, a menos que hayamos nacido del espíritu.
Esta es una verdad que a la gente no le gusta en absoluto, pero me he dado cuenta de que la medicina que no nos gusta, a menudo, es la medicina que es mejor para nosotros. Si pensamos que no somos tan malos como la descripción, debemos darnos una mirada más de cerca.

D. L. Moody

Honor a quien Honor merece

Honor a quien Honor merece

Hace algunos años supe de una pobre mujer que hizo grandes sacrificios para enviar a su hijo a la escuela y a la universidad. Cuando iba a graduarse, le escribió a su madre para que llegara, pero ella le mandó a decir que no podía porque su mejor falda ya la había modificado y remendado varias veces. Era tan desaliñada que temía que él se avergonzara de ella.

El muchacho le volvió a escribir diciéndole que no le importaba cómo se vistiera y le pedía encarecidamente que fuera. Él la recibió en la estación y la levó a un lugar agradable para que se alojara.
Llegó el día de su graduación y él pasó por el pasillo ancho con esa pobre mujer, vestida con ropas muy poco elegantes. Él se aseguró de que ella tuviera uno de los mejores asientos del salón.

Para gran sorpresa de la madre, su hijo fue el estudiante más sobresaliente que pronunció el discurso de su clase, y tuvo un éxito arrollador. Ganó un premio y cuando se lo entregaron, bajó ante toda la concurrencia y besó a su madre. Entonces dijo:"Madre,¡aquí tienes el premio! Es tuyo. Yo no lo habría ganado si no fuera por ti.

Él era un muchacho que tenía las cosas en su lugar. Sabía quién se merecía su gratitud y su honra por su éxito.
Que todos aprendamos una lección de ese ejemplo.
¿Quién lo ha ayudado a crecer y a lograr algo importante?
Tómese el tiempo para agradecerle a Dios por esa gente, y tómese el tiempo para expresar su gratitud a esas personas también.

D.L.Moody













Frases de aliento